LIBRO II

CAPÍTULO III

CONTINUIDAD DE LA FAMILIA, INTRODUCCIÓN AL CELIBATO, DIVORCIO EN CASO DE ESTERILIDAD, DESIGUALDAD ENTRE EL HIJO Y LA HIJA.

• CON LA MUERTE DEL HOMBRE SE ESPERABA QUE SE OFRECIERA COMIDA Y OFRENDAS, LIMITÁNDOSE A CREER QUE LA LUCHA DEL MUERTO NO DEPENDIDA DE LA BUENA CONDUCTA EN VIDA, SINO DE LA QUE OBSERVASEN CON ÉL SUS DESCENDIENTES.
• NO ERA BIEN VISTO EL CELIBATO POR LO CUAL NO ERA PERMITIDO PARA NINGÚN HOMBRE, SE CONSIDERABA QUE LA RAZÓN DEL HOMBRE ERA CREAR FAMILIA PARA DAR CONTINUIDAD A LA FAMILIA.
• SI LA MUJER ERA ESTÉRIL, ANTE ESTE CASO FUE SIEMPRE  DERECHO DE DIVORCIO, Y AUN ES MUY POSIBLE QUE EN DETERMINADAS ÉPOCAS LLEGASE A SER OBLIGATORIO
• EL NACIMIENTO DE UNA HIJA NO LLENABA EL OBJETO DEL MATRIMONIO, NO PUDIENDO CONTINUAR EL CULTO, YA QUE EL DÍA QUE SE CASABA RENUNCIABA A LA FAMILIA PARA PASAR A  PERTENECER A LA RELIGIÓN Y FAMILIA DE SU MARIDO. EL HIJO ERA, PUES, EL ESPERADO, EL NECESARIO Y EL RECLAMADO POR LA FAMILIA, POR EL HOGAR Y POR LOS ANTEPASADOS. PARA LOS GRIEGOS EL HIJO ERA PRECIOSO, PORQUE CON EL TIEMPO ÉL DEBÍA HACER LOS SACRIFICIOS, OFRECER LA COMIDA FÚNEBRE Y CONSERVAR CON SU CULTO LA RELIGIÓN DOMÉSTICA.